Flanco

Es tonto sentir nostalgia. Bueno, la he sentido y por lo menos puedo decir que es absurdo sentir como ponchada la vida debido a insoportables ausencias. En este caso la ausencia es un clavo, un vidrio que te poncha. Es inevitable sentirse ridículo cuando una canción de Lila Downs te pone como loco, frenético y con ganas de beber un trago con esa espina, con ese vidrio o clavo que te poncha la vida. Por lo demás, nadie se poncha, nadie es un neumático o un balón. Nadie es como el aparato con el que los vendedores de cóctel llaman a sus comensales. Nadie es un frefru frefru. Todo te lo estás imaginando. Eres un ser saudadoso y torpe que necesita estímulos. Eres uno de esos personajes de novela negra que siempre están buscando testigos que lo completen. Eres la nostalgia y nada ni nadie es un clavo o vidrio, entiéndelo ya.

Es tonto no sentir nostalgia. Es absurdo lamentar ausencias monetarias. Es absurdo desear un departamento amueblado, una lap top. Después te sientas en el mejor sillón del deseo ausente, te quitas la cartera y pones a Lila Downs, a Lila Felipe, o la canción nerness of you de Ella Fitzgerald y Luis Armstrong. Destapas un vino de Tarragona o ya de perdida uno chileno. Destapas whisky o una cerveza. Bebes y algo falta en el deseo ausente. Siempre.

Nada falta. Todo es una ilusión, no lo has entendido. Un juego de locos.

El deseo siempre está, nunca falta. Pero el objeto del deseo es siempre una carnada, un imposible que de repente aparece y termina por escabullirse. El objeto del deseo, o aquello que provoca nostalgia, es siempre un escurridizo salmón que escala ríos. Un salmón que hace de todo por no quedar estancado en la magnitud insoportable del mar apacible, el mar personal, el mar desconocido.

Todos somos peces que se escabullen. Nadie se salva de ser, en determinado momento, el deseo de alguien o algo. Tu mismo, a lo mejor alguien nostalgea contigo mientras me platicas, abatido, lo mucho que extrañas.

No es tonto extrañar. Es natural. Hasta los perros extrañan a sus compañeros y amos. Hasta los asesinos y juristas, hasta los intelectuales y conductores de colectivos.

Yo no, yo no extraño.

¿Y te sientes bien, es decir, eres feliz y eso?

No se trata de ser feliz y eso, se trata de otra cosa, de no estropear los momentos que tenemos de soledad contemplando un imposible. Vale más salir a la calle y buscar posibles. Peces que sí piquen.

Ya nos serían momentos en soledad. Además somos distintos. Yo disfruto pensando en imposibles. Deseando siempre mi astilla, mi clavo, mi vidrio que me ponche.

Pero existen parches.

Lo que yo quiero es estar ponchado. Así. No hay lamento ni nada. Hay unas ganas de cierto imposible, de cierto vidrio o clavo y de cierto parche.

Entonces, no pasa nada.

Sí, sucede que estoy saudadoso y con ganas de cierto vidrio.

Bueno, me voy. Pero me harás falta cuando destape el vino chileno.

Quiebra la botella y seguro llego.

Antonio Escarla

2 comments:

Omar Bravo said...

Ni una sola palabra.

Un abrazote.

Vamos a la palma no? invita a la vene.

overcast said...

fierro. vamonos. finales de junio principios de agosto. puestísimo. yo le digo a la bámbole.