simplemente desempleado (suciedad discriminada)

No tengo trabajo así que veo películas, leo y salgo al desmadre. El miércoles una bomba de fiesta donde Mario Bellatin, con su garfio, fue ofendido por el Pio. Hay Pio. Y unas alemanas que nos invitaron a bailar salsa al Pata negra, pero huimos. Esa noche pasé un frío de locos. La reseña ya la hace franz en su blo.

Libros:
“Informe” de Rafael Lemus. Tusquets México, 2008. 106pp.
No espere encontrar el lector todo lo que pide el crítico a escritores en sus intervenciones en Letras Libres y demás medios.
Su primer cuento: Efrén, es una narración, con lupa, de pequeños mundos. Un texto inquietante sobre un hombre que causa la combustión del mundo con el hueso de su frente, un texto con un final apocalíptico, chingón.
El uso de las comas es exagerado en todo el libro. Las mismas técnicas en los ocho relatos. Hay, únicamente, narradores personaje. Predomina la primera persona. En los textos estalla la noche, el placer, la vida. La contención narrativa, las historias sin historia, la sobriedad que resulta de pronto aburrida. Eso sí, de trazo inteligente.
Felicidad, relato oscuro, delirante, amenazador, enrarecido.
Escalera, reflexivo, poético, sobre lo infinito del pensamiento. En los relatos de Lemus no hay diálogos. En Crítico uno imagina al autor con su maestro recorriendo el largo camino de la historia literaria. Un texto que se conecta con el relato titulado Mar. En los dos hay niños que lanzan bolitas de mierda seca a los ávidos indagadores del conocimiento. Nieve recuerda la muerte de Walser. Este quizá es el texto más interesante, junto con uno redondo al que yo le agregaría el adjetivo tramposo de genial: la mini narración titulada Moscas. El libro, como justifica en el epílogo el autor, está permiado por lecturas, técnicas narrativas y frases de Juan Vicente Melo, Beckett, Efrén Hernández. Lemus acierta al decir que los ocho textos reunidos en “Informe” son un ejercicio de admiración a una lista reducida de los autores ya mencionados. El lector agregará más a la lista, seguro.
Vila-Matas ha dicho que el escritor es un repetidor de otros escritores, cosa que también dijo Borges. Viva la repetición literaria entonces. Si algo se debe agradecer de “Informe” es el cuidado de tono y forma. Pero no es, para nada, la renovación que uno esperaría de alguien que encuentra tanto en los textos de otros.
“Aforismos de Zurau”, Franz Kafka. Sexto Piso, México 2005, 157 pp. Casi no puedo decir nada. La lucidez del praguense es algo ya muy tratado. Conviene leerse este libro con una disposición unánime a reflexionar. A hacerse preguntas.

Películas
“París, te amo” Se recomienda verla con pareja. En soledad resulta encantadoramente melancólica. Pequeñas historias de amor vistas de distintas visiones desde la ciudad luz: Cuarón, Hermanitos Coen, Craven, Payne, Gus Van Sant, Isabel Coixet, Walter Salles, entre otros. Encantadora y divertida. Netis.
“Viaje a Darjeelin” Dir: Wes Anderson. Hace tiempo que no veía una película tan fresca. Owen Wilson, Adrien Brody y Jason Schwartzman son tres hermanos que desde la muerte de su padre no se han hablado y deciden hacer un viaje en tren a través de la india con el fin de encontrarse y tener experiencias espirituales. Aunque parezca propaganda es un film interesante y muy, pero muy recomendable.

Ni pelos tiene la que es curioisa

La ciudad es una cáscara apestosa. Tienes que torear carros, autobuses, motos, baikas, gente. Tienes que torearte a ti mismo. El metro, su ritmo soñoliento, sus: le cuesta diez pesooos. El zócalo con el museo portátil de bambú donde están retratados niños con animales salvajes dopados. El olor a grasa. Las calles interminables.
Leo “Los exploradores del abismo” de Vila. Yo mismo soy uno de esos personajes que se detienen a contemplar el vacío que rodea las cosas y las acciones. Soy un observador de mecanismos invisibles. Y quién no es un explorador de abismos en esta ciudad.
Ya le dije al Frank que si no vamos a los Beastie Boys me lanzo de la torre latinoamericana, como king kong. También estoy leyendo S.nob, esa revista mítica que dirigía Elizondo. Los textos de Ibarguengoitia son divertidísimos. Leonora Carrington está bien zafada. Ocho números que aun no han sido superados por la contemporaneidad.
Estoy todavía como sacado de onda pero ya más tranquilo. Ayer vi la peli (de nuevo, bendita piratería) “No Country For Old Men”, altamente recomendable. Entendí por qué le dieron un Benassini por mejor actor a Javier Bardem y mejor director para los carnalitos Coen. Ayer le decía a una amiga que en el DF no hay mucho que hacer pero sí mucho que ver. Continuaré acrecentando entonces mis ojeras. Besitos.

DF

Ayer arribé a la ciudad más ruidosa del planeta. Comí deliciosos tacos de carne sonorense y bebí cerveza Indio. Medio borracho y cansado acompañé a Franz a la Capilla, un teatrito íntimo en Coyoacán. En los escasos lugares que hay en Hermosillo para actividades culturales a Franz lo tratan como a un malandrín. Aquí el taquillero casi se le cuadra (cosas de la vida). Atravesamos el DF en una hora. Pio D y Oscar B, borrachos, advirtieron que no llegaríamos.
El monologo se titula: “Alcira o la poesía en armas” del director Antonio Algarra.
Quienes leyeron “Los detectives salvajes” seguramente recuerdan el capítulo donde la uruguaya, Alcira Soust, madre de la poesía mexicana, queda atrapada 15 días comiendo papel higiénico y leyendo poemas de Pedro Garfias en un baño de la facultad de Letras y Filosofía de la UNAM en el año del 68 durante la ocupación militar (esa historia vieja). La puesta en escena retoma el fragmento de la novela, mismo que se desarrolla en “Amuleto”.
La actriz, Verónica Langer, representa al personaje (real) de Bolaño de manera inmejorable: mujer entrada en años y delirio recordando aquellos días en los que aun vivía el poeta León Felipe. Intensa, provocadora y visiblemente emocionada, la actriz recupera de manera fiel las tonalidades de Alcira.
El evento resultó algo que disfruté machín.
Llegamos al hotel y seguían las incorporaciones sonorenses: el Kuisi, Nabo C, Alicia H, Lili C, africanos haciendo menjurjes extraños y argentinos asando tristes cueritos marinados. Bebimos. En el cielo quemado del DF no se ven las estrellas y una hálito rojizo recuerda los escenarios con los que tradicionalmente se representa al Apocalipsis.
Hoy fui a Bellas Artes. Un desmadre de gente viendo fotografía del cine de oro mexicano. Comí tacos de caballo y una torta deliciosa al pastor (¿alemán?). Ya en casa vimos la peli (¡viva la piratería!) Gangster Americano (entretenida, con un final cursi).
Es la noche y me he quedado solo un momento. Veo por la ventana del segundo piso de la habitación en la que me estoy quedando. Frente al edificio hay una oscura obra negra que parece amenazadora. Me siento un poco como en el filo de un acantilado. Nada tiene forma aún. Supongo que pronto.

Un abrazo para todos los carnalit@s.

Buick descapotable

1
Conocí a Tammy Hsu cuando paseaba por Bahía de Lobos. Lo primero que se animó a preguntarme, tal vez por mi pinta de garabato, (que no distaba mucho de la pinta de la asiática, un completo desastre) fue: ¿dónde puedo conseguir drogas?
2
Ya stone Tammy me pidió que la llevara a algún zoológico o acuario. Me gusta ver animales exóticos cuando estoy puesta, indicó. Me dio pena llevarla al estropeado centro marino que hay en el puerto, por lo que le mentí al decirle que esos lugares están prohibidos en mi país. Eres un mentirosote, me encanta conocer los zoológicos y acuarios de las ciudades que visito. De tu país conozco los de Veracruz, Guadalajara y DF, dijo con una sonrisa leve. (Tammy quitaba la R a las palabras y en su lugar pronunciaba la L).
3
La sonrisa eléctrica en Tammy casi me causa un espasmo. Sus ojos dilatados, aun más pequeños por efecto de la droga, brillaban misteriosamente, como jade olvidado en una cámara mortuoria azteca. Como los ojos de una mantis aguardando el momento del salto.
4
Debo admitir que aquella china perdida por Bahía de Lobos resultó ser una compañera de viaje enigmática y solazada; además, siempre había querido conocer a una mujer oriental. Los mitos sobre sus comportamientos sexuales, la docilidad supuesta, de tigre manso, que manifiestan en horas íntimas. Tammy era una persona agradable aunque ligeramente triste, por lo menos esa fue mi impresión cuando mirábamos alejarse, hasta desaparecer en el horizonte, barcos pesqueros. Ya en la playa Tammy deseó ser la espuma que llega a la orilla marcándose.
5
Llegamos al acuario espantoso que está por Rivera. Una triste ballena asesina era la estrella de la exhibición. Por lo demás, cachalotes y viejos delfines animaban aquel lugar que se hacía llamar “Parque segundo mar”. Admiraba el extravagante nado de una descomunal tortuga cuando Tammy se abalanzó sobre mí y sentí sus diminutos labios. No me desagradó la húmeda y pequeña criatura moviéndose dentro de la bóveda de mi boca. Nos besábamos y me vinieron a la mente los peces dorados que acabábamos de ver en el pabellón anterior. Al término del recorrido advertimos una foca que nos miraba, peligrosamente, desde el otro extremo del acuario. Nos dio risa.
6
Salimos del segundo mar. En el muelle la brisa rociaba. Tammy comentó que ella y su familia llevaban tres años en México y tres meses en Puerto del Sol. Su padre acababa de inaugurar un restaurante cerca de Playa Luna y le estaba yendo francamente bien. Desde su inauguración llenaban el lugar turistas y nativos que deseaban probar platillos orientales, en especial, uno que cobró rápida fama: lenguado bañado en salsa de cagrenjo.
Era probable que el padre de Tammy se instalara definitivamente en Puerto del Sol.
7
Tammy me invitó al hotel donde se hospedaban, no sin advertirme que tenía por hermano a un siniestro oráculo. Un hermano menor nigromante que adivina las muertes violentas. Una especie de I-Ching mortal que era la desgracia de la familia y la causa de tanto viaje por el mundo. ¿Cómo hace tu hermano para dar con las predicciones? Pregunté por decir algo. Las concibe "como se cree que lo hacen las zorras al cruzar lagos helados", contestó en perfecto castellano (pronunciando las R) y con una mirada perdida, grave, que advertí como cambio de ritmo.
8
Cuando llegamos al hotel, Tumo, hermano menor de Tammy, veía desde la ventana del sexto piso hacia la animada placita donde paseaban familias, vagos y perros. Donde viejecitos lanzaban migas a torpes pichones. Tammy me advirtió, cuando caminábamos por el muelle, que su hermano era infalible prediciendo muertes violentas. En sus primeras predicciones había advertido, con lujo de detalle, la muerte de su madre bajo una gigantesca ola en Sri Lanka. Había previsto el cuchillo de un ladrón desesperado que mató a su abuela en las calles veraniegas de Lisboa. Vaticinó el invierno del 95 cuando su tío Hizú saltó al frío Sena en Paris. Tumo, inclusive, había predicho la muerte de Tammy un día de fina lluvia en un país sudamericano. Una bala perdida se encargaría de apagar su existencia. Eso es fácil de solucionar, pensé, y después le dije a Tammy: ¿y si nunca vas a Sudamérica?
9
La única muerte que no puede profetizar Tumo es la de aquel o aquellos que le darán la propia, había explicado Tammy cuando llegábamos al hotel. Hasta ese momento yo no creía que había tal hermano o, por lo menos, tal oráculo siniestro. Tammy se lo está inventado, aquello es un viaje o broma motivada por la droga; además, yo estaba en otra frecuencia: la posibilidad de los pequeños senos de Tammy, su cuerpo delgado y desnudo bajo una ducha infinita.
10
Cuando Tumo vio directamente mis ojos una araña de hielo me recorrió la espalda. Pasaron segundos lentísimos y lanzó su funesto pronóstico. Sus palabras resonaron como un extraño mantra.
11
Tammy me jaló a una recamara fría. La noté distinta de aquella oriental con la que recorrí la playa mientras escuchaba su deseo por ser la espuma que se va marcando en la orilla. Me pidió droga y después me pidió que me quitara la camisa, los pantalones. Le dije que subiera los grados del clima artificial, que aquello parecía un iglú insoportable.
12
El tibio cuerpo de Tammy. Su espalda que resbalaba hasta unas nalgas de contornos apenas dibujados. Sus piernas estrechas y ascendentes. Sus pies equilibrados.
13
El padre de Tammy había llegado al cuarto del hotel y hablaba con Tumo en la sala. Se le percibía un tono agitado. Tammy me abrazó fuerte y acto seguido salió del cuarto, desnuda. Se me hizo extraño. Tammy y su padre casi gritaban del otro lado de la pared.
Me vestía cuando entró la familia Hsu al cuarto. Mientras el padre se dirigía inútilmente a mi persona yo me abotonaba la camisa. Detrás de él, Tumo y la desnuda Tammy me veían como si estuviera en algún patíbulo. Sentí que estaba frente a un pelotón de samuráis. Terminé de abrocharme los zapatos y salí de la habitación rodeando al padre de Tammy, que me seguía con la vista como lo hace un felino que asecha.
14
Tammy alcanzó a decirme que la muerte no era infalible. Que había momentos para esquivarla, que me cuidara del conductor de un Buick Skylark azul descapotable 1966.
15
No entendí por qué la madre de Tammy fue a Sri Lanka después de que su hijo predijera su muerte. No entendí por qué la abuela de Tumo había visitado Lisboa aquel verano no por qué Tammy estaba en América buscando drogas y tipos con pita de garabato. Era evidente que se acercaba, cada vez más, a su bala perdida.
16
Tammy había dicho en el cuarto del hotel que ella era los ojos de su padre, y que por el contrario, a su hermano apenas lo podía ver. Tammy sospechaba que su padre no perdonaba a Tumo haber sido el oráculo implacable de su madre, mujer y hermano. No le perdonaba la falta de amistades, el miedo y desprecios continuos que lo habían hecho emigrar de su ciudad natal: Hong Kong.
17
Cuando Tammy alcanzó a decir que la muerte no era infalible y que me cuidara del dueño de un Buick Skylark azul descapotable 1966, pensé en Roberto. Roberto es la persona que me surte y estaba por verlo esa misma semana en un bar que está por el malecón.
18
No dejaba de pensar que tenía de frente a mi verdugo. El trato se hizo en buenos términos. A pesar de mi evidente nerviosismo Roberto se portó como siempre, cordial y animoso.
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Después de un par de cervezas y comprobar que la mercancía valía el alto precio que había pagado por ella, pregunté a Roberto el año de su Buick Skylark azul descapotable. 1966, contestó, pero no es más mi Buick. Hace dos días se lo vendí a un chino.

Con este cuento Barón Vradok ganó el concurso de cuento de la UNISON 2008
(me dijo que lo subiera)