Canción de julio

Ahora que estoy vivo
y la lluvia arrecia

ahora que el sol se oculta
debajo de relámpagos

ahora que estoy vivo y enfermo
y la distancia se abre
como un cuerpo acuchillado

ahora que sé
:la única soledad es la que no ha pasado

me voy
como se va el agua
y los trenes
como se van los años
los amantes y los muertos

ahora que estoy vivo
y la lluvia arrecia

Paciencia

Antonio Rojo

La esperaba hacía ya media hora. Me comí un gansito y un bote de leche enchocolatada.

Siempre espero cuarenta minutos y ella lo sabe y ella lo sabe. La esperé primero en los columpios pero me sentí ridículo balanceándome: péndulo sin sentido. Fui debajo del puente suspendido y me sentí ridículo bajo su sombra delgada. Me recosté en el pasto como vaca echada y me sentí ridículo. Me senté en una banca a comerme el gansito y la leche y me sentí ridículo entre las complicadas envolturas. No he hecho otra cosa que esperarla y sentirme risible, un perfecto payaso.

Los niños corretean y gritan así como corretean y gritan los niños; debajo de la fuente, sus gritos traspasan cuadras y si te quedas en silencio los escuchas, Ssssssssssssst! ---------------------------------------------------------------------------------------------------------------- ese delgado martilleo de vocecillas.

Ni siquiera ha tenido la delicadeza de mandarme un mensajito. 35 minutos que pasaron con vientos ligeros en lo alto de las palmaras y uno que otro cholo en baika tirando la zorra. Dos basket intentándolo de tres puntos y media docena de niños resbalándose, escalando, resbalándose, escalando: la resbaladilla más alta de la historia; maestros del descenso.
Una pareja de preparatorianos (lo sé por sus uniformes) entre los árboles del fondo; cortejándose como si fueran los últimos preparatorianos en el último parque de un mundo que se va a la mierda y que antes grababan sus nombres en el tronco gigante de un yucateco, hacen… huy huy, huy, que recuerde.

Unas manos que huelen a jardín japonés me tapan los ojos.


Una pequeña fábula

Franz Kafka

"Ay", dijo el ratón, "el mundo se está haciendo más chiquito cada día. Al principio era tan grande que yo tenía miedo, corría y corría, y me alegraba cuando al fin veía paredes a lo lejos a diestra y siniestra, pero estas largas paredes se han achicado tanto que ya estoy en la última cámara, y ahí en la esquina está la trampa a la cual yo debo caer".
"Solamente tienes que cambiar tu dirección", dijo el gato, y se lo comió.