Tardarás un rato en morir de Imanol Caneyada


Tardarás un rato en morir (Ganadora del L.S, 2008. ISC, 2009) es la novela más reciente del escritor y periodista naturalizado sonorense, Imanol Caneyada (San Sebastián, España, 1968). Un narrador atento que despliega descripciones duras, sagaces, como los colmillos del siniestro rottweiler que devora mujeres en una historia que se nos revela desde dos voces: la del secretario de un político de alto rango inmiscuido con la delincuencia organizada (casi no hay en México), y la del educado policía canadiense que sigue los rastros de un asesino serial. Dos voces alejadas de la argumentación novelesca que confluyen en el desenlace de la trama.
Rápida en su lectura, a manera de zapping, los apartados van dibujando personajes que viven el sueño duro del exilio. Un exilio existencial más que geográfico. Más violento que turístico. Podría percibirse, con tantos personajes que fundan y participan en las acciones, que la novela tarda en iniciar o revelarse. No por eso pierde su ritmo narrativo.
Caneyada, que ya ha comprobado su pericia para construir novela negra: Un camello en el ojo de la aguja (Universidad de Guadalajara, 2003), refresca la oferta literaria del norte de México, tan anodina y supuestamente experimental, entregando, con lucidez y claridad, una prosa implacable, que no se detiene ante consideraciones ni sentimentalismos (otro rasgo fatal de la llamada literatura norteña). Fuerte en su esquema, Tardarás… sigue los cánones del género policíaco: un investigador ceremonioso y solitario que sigue la huella de un escrupuloso, horrífico asesino. Los capítulos violentos son, sin duda, los más provocadores.
Algo que se podría reprochar al autor es un rasgo de su narrador principal: Cabezón. Resulta poco verosímil que el secretario de un mediocre político mexicano, tapadera de sus tranzas, sea un enterado de literatura clásica, arquitectura art nouveau y políglota en ciernes. Y que además se saque de la manga reflexiones como la imposibilidad de Odiseo y Kavafis de regresar a Ítaca. Sería más prudente, en la construcción de personajes, que el policía investigador tuviera estos arranques intelectuales; sin embargo es comprensible que para la ficción sea relevante el panorama cultural que aporta Cabezón, aunque éste sea poco sustentable.
La obra de Caneyada necesita lectores sería una débil afirmación. Con narradores del calibre del autor que nos ocupa, los lectores de la región estaríamos más atentos a lo que pasa en nuestra literatura. Seguro.
Una excelente opción para los amantes de novela negra.
A manera de nota para el lector: tener disponible un traductor en línea o un diccionario Francés-español.