Adiós Updike. Adiós a todo. Corre conejo, corre.


Hoy, cuándo, ayer. Adverbios que encierran, vanamente, al tiempo. Me fuiste, te iré.


"Algún día yo seré olvidado, como disuelto en fango sólido, como vuestro gruñidor, lujurioso, hambriento hombre de Neanderthal con los huesos rotos. (...) Somos los pastores de nuestros cuerpos, que son animales tan estúpidos, peludos y repugnantes como el ganado. La muerte nos liberará de esta responsabilidad."
John Updike.

Postales


Recuerdo la infancia como un país lejano en el que, por momentos, caía la lluvia muy lentamente. Una lluvia que permitía construir, a detalle, barcos maravillosos.
Recuerdo que las comarcas preferidas de mi infancia se hallaban en la copa de un árbol, en el largo tendido de la calle y en el jardín de Ma Coty.

Jardín de Ma Coty
(Mi amigo noche)

Amoz, Tito, Turkoglov y yo jugábamos a las escondidas hasta altas horas en el jardín de Ma Coty. Amoz era el mejor cuando se trataba de desapariciones. Terminábamos y no sabíamos de él hasta otro día en la escuela. Nunca quiso rebelar su escondite. A Turkoglov y a mí se nos fueron tardes enteras tratando de encontrar el lugar secreto que Amoz había descubierto entre la humedad profunda de aquel jardín habitado por girasoles, carnavales y rosas.
Una noche de febrero nadie pudo localizar a Amoz. Ni el llamamiento desesperado de sus padres hizo que apareciera de nuevo. Mi amigo no se volvió a ver por la escuela. Aseguró dejar ganado su juego magistral ocultándose en lo profundo de aquella noche espesa.

Árbol

Era un enorme pino en el patio de una casa abandonada, es decir, de nosotros. Un cohete estático que llevaba a todas partes. El lugar más alto de la tierra.
Pasaban los veranos como trenes sutiles. Después del desayuno se encendía el motor enraizado de nuestra nave. A veces me tocaba de capitán. Recuerdo que llevaba a la tripulación a un lugar insospechado: el lejano mundo del patio en la casa abandonada. Era emocionante atravesar galaxias hasta llegar a la hora de la comida. Hubo brazos quebrados, entre ellos el mío, y la temprana comprobación de que en la estratosfera también hay gravedad. Una más extrema.

Buques

Con la ayuda de tía Silvia, Turkoglov y yo doblábamos hojas de papel periódico mientras afuera caía una lluvia parsimoniosa. Una lluvia que esperaba (hasta que nuestros barcos estuvieran terminados) para caer copiosa y formar los ríos espontáneos más salvajes, aquellos cuyo caudal recorre calles sin pavimento.
Lagunas que se llenaban de días y sapos. Lagunas que reflejaban otra luna, una más cercana, una que se dejaba partir la barriga luminosa con el trayecto de nuestros buques.

arriba


Vuelve a tus dioses profundos;
Están intactos,
Están al fondo con sus llamas esperando;
Ningún soplo del tiempo los apaga.
Los silenciosos dioses prácticos
Ocultos en la porosidad de las cosas.
Has rodado en el mundo más que ningún guijarro;
Perdiste tu nombre, tu ciudad,
Asido a visiones fragmentarias;
De tantas horas ¿qué retienes?
La música del ser es disonante
Pero la vida continúa
Y ciertos acordes prevalecen.
La tierra es redonda por deseo
De tanto gravitar;
La tierra redondeará todas las cosas
Cada una a su término.
De tantos viajes por el mar,
De tantas noches al pie de tu lámpara,
Sólo estas voces te circundan;
Descifra en ellas el eco de tus dioses;
Están intactos,
Están cruzando mudos con sus ojos de peces
Al fondo de tu sangre.

Eugenio Montejo

09

1
Tres hombres fuertemente armados suben escaleras hasta llegar al tercer piso de un complejo de departamentos. Llegan al número 13, lugar habitado por dos hermanos que cocinan bistec ranchero. Uno de los hombres armados toca la puerta con la cacha de un revólver ya muy usado. Uno de los hermanos, alarmado, pregunta quién toca. El hombre contesta que su padre, lo cual el hermano sabe es mentira. La porción errónea, la más aventajada en todo lo vivo, le hace abrir la puerta. El hombre armado cachetea al hermano que huele a tomate y guisantes. Habla de asuntos ilegales y huele a whiskey. Habla y cachetea. El otro hermano aprieta el cuchillo con el que pica chile serrano y se dirige a la sala, alarmado. En la sala un hombre apunta un arma muy cerca de la sien de su hermano que huele a tomate y guisantes. Otros dos hombres apuntan metralletas hacia él y le piden que tire el cuchillo. El hermano que picaba chile serrano no entiende lo que está pasando, deja caer el cuchillo. Se habla de asuntos ilegales. Se cachetea a hermano 1. Se extorsiona, se roba, se recibe el año. Los mejores augurios.

2
Dos amigos quedan en un café. Hay una historia previa entre ellos que no será revelada. Es genuino el gesto de alegría con el que se saludan y desean lo mejor para el año que comienza. Uno de los amigos hace poco ha estado en crisis, lo cual, para el otro frente a él no resulta novedad. Aquella persona, tan querida, tiene la mala costumbre de llamar la atención con un sufrimiento que resulta perezoso, aburrido. Sin embargo es buen tipo y suele tocar excelentemente la guitarra. Ahora no lleva guitarra. Después de ponerse al corriente y fumarse varios cigarrillos, el amigo oscuro comienza su triste perorata. Antes de que todo se convierta en un desesperado llamamiento de atención el amigo del sufridor abre su chaqueta y saca una armónica que regala al doloso compañero de otros tiempos. Deja en la mesa un par de monedas y se marcha.