Ellos (entrada 200)


Ella y Él se conocen en un café. Primero Él la mira por el rabillo del ojo simulando que lee el periódico. Advierte sus muslos gruesos. Muslos blancos y fuertes que le recuerdan los ramajes del árbol de guayaba al que subía de niño en casa de la abuela.
Ella interrumpe la lectura de la novela (Tren nocturno) sintiendo la mirada del hombre en la mesa contigua. Se pregunta qué le mira en las piernas. Baja la vista a su regazo para comprobar que nada está fuera de lo normal. Se encuentra con la mirada de Él, que hace ademanes de apenado. Ella, altiva, levanta la cabeza como preguntándole ¿Qué se te perdió en mis piernas? Él, a la distancia, dice que lo siente y apunta a la silla vacía delante de Ella, que accede. Él: Disculpa, me quedé en un lapsus. No soy una especie de mirón pervertido. Me llamo Él, dice al tiempo que le extiende la mano. Ella responde al saludo. Ella: Me llamo Ella. Por lo demás, sí que parecías un mirón pervertido mirándome de esa manera. Él: Me disculpo, tienes unas piernas muy atractivas pero mis pensamientos no eran “indecorosos” mientras las veía, lo juro. Solamente me fui. Ya sabes, a veces pasa. Él siente que Ella le coquetea. Él: ¿Vives por aquí cerca? Ella: No, vivo a cuatro estaciones. El café de aquí es de lo mejor. Él: Sí, vengo siempre a esta hora a leer el periódico. Trabajo por el rumbo. Ella: ¿A leer el periódico y a mirar las piernas de las chicas? Él: Si son piernas tan atractivas como las tuyas es muy probable. Pero enserio, se escuchará raro: tus piernas me recordaron los ramajes de un árbol de guayaba que estaba en casa de mi abuela. Ella: Pues sí que es raro. Él: No es que parezcan ramas de guayabo ni nada; hay ocasiones que la mente y los recuerdos hacen sus propios enlaces, casi en automático. Ella: Tú me recuerdas al padre de mi novia. No es que te parezcas ni nada. Además él es más viejo. Él bebe nerviosamente de su café, que para entonces raya en lo frío. Él: Y dime, ¿a qué te dedicas? Ella: ¿Qué te imaginas? Él: Eres modelo, actriz o bailarina. Ella: Para nada, soy médico veterinario. Mi novia es bailarina. Él: A, sí. ¿Y dónde está ahora tu novia? Ella: Estará por llegar. Hemos quedado aquí. Él: Bien, mucho gusto Ella, vale más que me vaya para que tu novia no piense que te estoy ligando; además, ya entro al trabajo. Ella: Es broma. Él: ¿Qué es broma? Ella: Todo.

No estoy