Las promesas del Monstruario

Con un prólogo de Franco Félix desde la literaria Ciudad Villa Luz, Ediciones Altanoche nos presenta su primera producción: Monstruario, de Iván Ballesteros. Entre plaquette y libro, austero en el diseño pero digno, este cuentario contiene una quincena de textos que exploran la morbidez, la nostalgia y la alucinación -en ese orden-, en el escenario apenas insinuado de una urbe que se edifica desde la ficción.
La primera parte, Amarillo, sin duda la más sugestiva, se constituye de cuatro brevísimos cuentos que hurgan en la nota roja sin pudor, pero que gracias a un lenguaje poéticamente seco, estético en su virulencia, trascienden el testimonio periodístico y se convierten en cuatro certeros balazos, donde la morbosidad llega a convertirse en humor negro, en absurdo. Amarillo invita a seguir con la lectura.
La nostalgia se instala en la segunda parte: Ocupaciones secretas. Un ejercicio de la reminiscencia que nos lleva a un padre mítico, a una madre que se resiste al recuerdo porque el desencanto y la vulgaridad de la existencia no esculpen versos. Vulgaridad que en Final se refleja con crudeza en el manojo de cabellos húmedos que cuelgan de la mano de Marga, en el silencio inevitable de la pareja que ha perdido la ocasión de sorprenderse. “Se habían convencido de lo buenos que eran acompañándose en el péndulo de aniquilamiento que se había convertido su vida”, sentencia el autor con este dibujo del aburrimiento y la aceptación del asco. Entre la crisis existencial y el misterio de los espejos transcurre la segunda parte que cae en la complacencia del cliché con el cuento Intercambios (lugares comunes)-parece admitirlo Ballesteros desde el propio título-, para cerrar con un mucho más cotidiano, pero sin embargo climático, Educación pública o los discípulos de la explosión. En este relato, el autor echa mano de una prosa que linda con la oralidad y el habla y nos relata la locura a la que pueden llegar los maestros de cualquier nivel al enfrentarse cotidianamente a esa tan traída y llevada, tan manoseada, educación. Una locura que se refleja en “ese pausado obstáculo en su mirada, como si años antes hubieran llegado al final de sus pensamientos”.
A pesar de que la tercera parte da título a todo el cuentario, probablemente se trate de la más débil de las tres. Monstruario carece de la contundencia de la primera y de la solidez anecdótica y estructural de la segunda. Uno tiene la sensación de que los textos que componen la última sección del libro son anteriores en el tiempo, cuando apenas iniciaba la exploración del autor en busca de su propia identidad. El mundo de Monstruario es más adolescente, el lenguaje más titubeante y las premisas no nos sorprenden. Por ende, las conclusiones nos dejan ese sabor de boca de estar ante ejercicios literarios y no ante cuentos acabados.
¿Pecados de juventud? Probablemente, pero que se expían gracias a la solvencia de la gran mayoría de los textos. Iván Ballesteros es un autor que inicia y eso nos conduce a la certeza de que estamos ante un escritor que amenaza con una narrativa renovadora, presta a sorprendernos. Por lo pronto, con este su primer Monstruario dice presente. Vendrán Ballesteros más sólidos, seguro, más hecho, y de la promesa que ya es pasará a los primeros planos de la narrativa sonorense, también seguro.

(Imanol Caneyada)
Escritor vasco radicado en Sonora
Texto aparecido en el Imparcial, sección perfiles.
Domingo 22 de julio.

3 comments:

víctorhugo said...

Vendrán Ballesteros más sólidos, dice Imanol. Los esperamos.
Cuántas palabras se han escrito de un pequeño primer libro de una pequeña y primeriza editorial, joven escritor.
Imanol, por cierto, está en la lista de los próximos en altanoche. Vendrán más relatos.
Saludos.

overcast said...

simona. eso espero. que vengan más y de todas partes.

Alfonso López Corral said...

El monstruo va. Y no se detiene. Aunque sea soplándole, como el lobo que sopla y sopla y sopla, pero caminará. Ansina mero bato.
Hapinnes

alfonso