Colección Jumex



Rauschenberg, Marcel, Gabriel, entre otros apreciables, invitaban a una sala imposible. Nos divirtió, como enanos, el espejo deformatorio y el cañón de sillas viejas. Luego las bicis que encienden lámparas de pared, literalmente.
La recepción que ofrecieron nuestros amigos de los jugos era digna de la alta diplomacia. Mujeres, cuya belleza era relevante, llegaban en helicópteros y autos blindados. Fotógrafos, snobs y una buena dosis de frivolidad importaban poco al momento de echar el bailongo con Toy de Control machete. Los mariscos de botana y el gran banquete, habrá que contar la cantina infinita (gratuita), causaron en Memo, Iván, Óscar y Ana, una alegría poco vista. La utópica y elegante pedantería de la fiesta era consentidora y dejaba que nos emborracháramos, libres y guapachosos.
Aquello parecía la boda de un príncipe pretensioso. Al final, tiene que haberlo, uno podía llevarse costosos arreglos florales y peceras de cristal. Me ilusionó tener los presentes en la pequeña repisa del cuartucho donde duermo. Pero no podíamos, no nosotros, irnos de allí limpios. No podíamos esperar al Valet parking sin bromear, campechanamente, con jóvenes poco susceptibles a la ironía. No podíamos no estrellar los arreglos y las peceras de cristal en la frente de aquellos montoneros e intolerantes niños bien.
Salimos de allí, uno con la mano sangrante, otro con el ojo morado, hacía un Ecatapéc laberíntico cuya autopista al DF resultaba eterna y sin retorno. Como la noche que aun seguía, joven y maltrecha.

2 comments:

venecia lopez said...

desmadrosos! qué bueno que la pasaron bien.

besos.

a. said...

que chistocinas fotos !
que bueno que se la pasaron bomba !
saludos !