Desdoble


R viaja de Mazunte a Oaxaca. Por la ventana de la suburban la sierra lo hipnotiza. El nacimiento de las nubes en las montañas le recuerda el lejano día de su infancia en el que la prima P dejó caer, sin intenciones perversas, una olla con agua hirviente en su espalda. El desprendimiento de las nubes, el vacío brumoso, le recordó el vapor que manaba su piel quemada. Le recordó la cara de terror que puso la prima P. Le recordó la humeante nieve de fresa que su prima y él fueron a lamer después de que la madre de R le untara pomada de eucalipto en la herida. R viaja en transe surcando el tiempo, las sensaciones y la sierra oaxaqueña.

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