Samuel


Rodo lee en una cama vieja Fin de partida. En la página 30 suena el teléfono.

Rodo: Diga.

Repartidor de pizza hut: ¿Ó?

Rodo: No, Rodo. Ó no se encuentra.

Repartidor de pizza hut: Estoy en el lobby del hotel y tengo una pizza para Ó de la habitación 109.

Rodo: Pues sí, aquí vive pero no se encuentra. Aun no llega del trabajo. Déjame llamarle para ver qué dice.

Repartidor de pizza hut: Se lo agradecería.

Rodo cuelga el teléfono y llama a Ó. Ó descuelga su celular pero no responde. Rodo alcanza a escuchar, por cinco segundos, la respiración de alguien al otro lado de la línea. Insiste: bueno, ¿Ó? Ó cuelga. A Rodo todo le parece demasiado beckettiano. Regresa a la cama vieja indeciso de ir al lobby o esperar a que Ó lo llame. Abre Fin de partida. Lee: “Clov: voy a por la sonda”. Vuelve a sonar el teléfono.

Rodo: Diga.

Repartidor de pizza hut: Hola. ¿Qué le dijo Ó?

Rodo: No me contestó pero ya bajo.

Rodo baja las escaleras hacia el lobby y ve al repartidor. Su uniforme le recuerda viejos tiempos.

Rodo: Hola. Pues no me contestó. Déjame volver a marcarle. De cualquier forma ¿cuánto es?

Repartidor de pizza hut: 159 pesos.

Rodo marca. Ó contesta.

Ó: Qué pasó. Hace rato no pude contestarte porque vengo en el metro y …

Rodo: Nada, que hay un repartidor en el lobby que dice que has encargado una pizza.

Ó: ¿Qué? Ni al caso. Yo no he pedido ninguna pizza.

Rodo: ¿Entonces qué hago?

Ó: Pues ya te digo, yo no la he pedido.

Rodo: Bueno, se lo diré. (pausa en la que Rodo cuelga su celular y respira hondo). Pues dice Ó que él no ha pedido nada.

Repartidor de pizza hut (con la cara larga, como la de un caballo triste): Pues ni modo. Se debe tratar de una broma.

Rodo: pues sí.

Rodo sube las escaleras hasta su habitación. Se queda mirando, inquisitivamente, el libro abierto en el borde de la cama vieja.

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