29


R asumió que el sonido provocado por el viento entre el ramaje del antiguo yucateco afuera de su casa era una especie de augurio. Se dejó mecer por la breve sonaja y cayó dormido. Soñó con Tigre, aquel perro enorme y anaranjado que le seguía por el barrio. Soñó que el perro soñaba, a la sombra del yucateco, con un hueso enorme. Soñó las voces de infantes que jugaban béisbol en la calle del árbol. Soñó a su hermano jugando maquinitas, imbatible. Soñó una tarde roja en la que el diablo era el sol que se ocultaba apenas. Soñó a su madre, cabello de espuma, que llegaba del trabajo anticipada por su olor a mazapán. Soñó a Cleotilde, a Fernando, a Gustavo, a Jesús, a Javier, a Rodolfo, a Francisco, a Toño, a Paty y Claudia. Soñó que todos escuchaban al unísono aquel ramaje. Soñó sus miradas dulces y jóvenes perdidas mirando una lluvia imposible. Soñó a Melina con los ojos cerrados respirando brisa de mar. Soñó que todos juntos soñaban aquella calle y aquel árbol.

1 comments:

venecia lopez said...

felices 29. es tan bonito saber que usted existe, uno se siente vivo. que pases el mejor de los días!