Extranjero

Ya sabes
hace el calor del extranjero.
Se antoja dispararle al sol
y que en vez de árabes
caiga la distancia.
He salido un momento
a la continua explosión
del vacío.
Me siento como una cascabel.
Como una salamandra.
Como las lagartijas fosforescentes
que vimos en aquel programa
sobre dunas peregrinas.
No queda otra que meterse
en refrigeradas cantinas
y pedir una familiar helada.
Quizá dos para que se apague
el interno mediodía que arde.
Hoy sirven camarones en el Seven.
Unas miniaturas parecidas a las
gambas que devoramos con arroz.
-¿Recuerdas?-
llegaste hambrienta y con frío
y el recalentado nos supo a gloria.
Ahora estarás cenando pasta
o te has ido al pesebre por cañas
y sus respectivas patatas bravas
o cenas cereal con fresas
mirando las babosadas de wuayoming.
O no.
Tal vez sigues pintando
alucinantes cielos de ciudad.
Tendré que tomarme la tercera.
El Chato sirve los diminutos camarones
y a mi ni siquiera me advierte
¡hey Chato, no te hagas pato!
Luego llega Cristian
y ansioso platica sobre fut.
Que el América y sus recientes triunfos son hazañas.
Luego llega Mariano
platicando sobre culebras iluminadas
que bajan el cerro de la campana.
Sobre barcos en batalla frente al flash
Del Blvd. Rodríguez.
Nadie entiende porque sonrío
cuando el chato sirve –por fin-
los pequeños crustáceos.

1 comments:

overcast said...

el 7 ni así es visitado, con gambas.